Motion

Motion, en sus propias palabras, es un disco integrado por composiciones hechas a menudo a vuelapluma en viajes en tren a Donosti, en coches, horas muertas o toda una pléyade de circunstancias similares. Algo nada infrecuente en el jazz (Duke Ellington mismamente escribió alguna de sus más recordadas partituras de pié contra la pared de un estudio, por ejemplo). Y como es menester en la mayoría de los discos primerizos, intenta abarcar un amplio espacio de ideas y deja entrever un pequeño abanico de saludables influencias que ayudan a modelar ese discurso propio que es el objetivo final de cualquier músico de jazz.

Es, además, un disco variado. No con esa obsesión a veces un poco enfermiza de algunos músicos estructurales. Los temas crecen, suben y bajan, entran y salen: en ellos se aprecia una intención por escapar de los desarrollos planos y excesivamente predecibles. Before Ask se mueve por ejemplo sobre una estructura modal, un recurso siempre estimulante a la improvisación; también la arquitectura armónica se convierte en un estupendo vehículo para los solos en DS Era, un tema de contrastes que ejemplifica buena parte de lo dicho hasta ahora. Mikas Blues , con su inconfundible aroma a funky de Nueva Orleans, traerá probablemente a la memoria a más de uno el Scofield de A Go Go, referencia casi inevitable para la mayoría de guitarristas del presente.